Por César Malato (Militante Peronista y de la Ec. Social y Solidaria)

Difícil convencernos de que nos ocupamos de y discutimos o tratamos de convencer, sobre temas o asuntos que ya les interesan a pocos. Voluntades en círculos discutiendo de soberanía, independencia económica, justicia social, inclusión, memoria, verdad y justicia y tantas otras que no son trendic tópic en ninguna red  de 140 caracteres ni de videos de 2 minutos. 

Nuestra vocación por la política – como servicio, como militancia, como herramienta noble para mejorarle la vida a nuestro Pueblo- interpela seres humanos conscientes de que “nadie se puede realizar en comunidades que no se realizan”.

Aceptamos como rezan muchos -siguiendo la ola anarco- liberal- colonial- que “el mundo cambió” y que “tenemos que cambiar”. Lo que no aceptamos es que las personas se mueran de frío por dormir en la calle por no tener un miserable techo para dormir, o un plato de comida caliente. Ni que haya una política que aplaudan circunstanciales mayorías en las Legislaturas, porque “hay que darles las herramientas” a estos crueles que hacen un credo del déficit fiscal cero, la baja de ingresos y el consumo, y la eliminación de obligaciones e impuestos para los ricos. Ni que para “sumarnos al cambio” nos tengamos que despojar o cambiar de identidad o de ideas, y renegar de nuestras mejores experiencias históricas. Momentos, años, períodos, en los cuales nuestro Pueblo fue más feliz, y las mayorías vivimos mejor. No es muy difícil ni complejo comprenderlo. Hay que buscar los datos, las estadísticas, y dejar a un lado los relatos de odio y mentiras repetidas por los comunicadores que han hecho costumbre aplaudir como focas y embolsillar grandes sumas, y almorzar o cenar en Olivos.

César Malato, militante peronista y de la economía social y solidaria.
César Malato, militante peronista y de la economía social y solidaria.

Nuestras energías van a seguir concentradas en sostener y construir las redes de solidaridad que nos permitan que menos niños y niñas abandonen sus estudios, y caigan en situación de pobreza e indigencia. Que no sigan aumentando la cantidad de laburantes sin laburo y sin derechos, aumentando los ejércitos de desocupados que por pocos pesos son abusados por los eternos dueños del capital. Tratando de que el Estado – Nacional, Provincial, Municipal- no abandone sus obligaciones más básicas – proveer techo, tierra, comida, medicamentos, educación gratuita y de calidad- que no solo están en nuestro sentido común, y también están obligadas en nuestra Constitución Nacional. 

Hoy se cumplen 50 años del Gobernante que hizo suyo entre otros lemas que “gobernar es crear trabajo” (JDP. 1971). Aquella inmensa figura que, siendo enormemente estigmatizada, prohibida no solo sus símbolos, y hasta pronunciar su nombre y exhibir sus fotos, permaneció hondamente en el corazón y mente de nuestro Pueblo, porque mostró un camino nacional que propone conjugar la producción, el trabajo digno, y la justicia social, a través de la ampliación de derechos para las mayorías. Que nos enseñó que el Estado, a través de sus políticas públicas, sus leyes, debe proteger a aquellos que no están en capacidad de protegerse solos. De proveerse recursos para desarrollarse con su familia y sus comunidades en condiciones de igualdad y dignidad. Y frenar y poner en su lugar a quienes teniendo todo, articulan las relaciones del capital, siempre para su favor, sin límites de ambiciones ni medidas.

El “nadie se salva solo” y el “solo el Pueblo salva al Pueblo” expresó un enorme sentido del rol de cada uno de nosotras y nosotros, ciudadanos habitantes de Argentina, obligados a no ser egoístas, a tender una mano a aquel que necesita, a colaborar y comprometernos en las causas justas, en el marco de comunidades que queremos ser parte de un destino común.

Perón tuvo la genialidad además, de proveernos de algo que no se compra ni se vende en “los mercados”, y que difícilmente una vez que se asume, se pueda quitar con prebendas y menos con garrote y gases ni cárcel: la identidad. Ese elemento tan intangible como a la vez constitutivo: nos hace ser parte, sentirnos en destinos comunes con otros. Sufrir no solo cuando nos falta algo, sino cuando a otros les vá mal. Mover el pie cuando suena una consigna o una canción. Abrazarnos en las adversidades. “A pesar de los golpes, de los fusilamientos/no nos han vencido!”.

Está claro que las noticias y el rumbo que asumieron estos gobernantes no son alentadores. Esta claro que es un proyecto “anarco- colonial” de destrucción y entrega de nuestro patrimonio y riquezas naturales, que promueve una identidad individualista, en la que solo valés si tenés, y cuanto más tenés más valés. Esta identidad no se inspira en nuestra nacionalidad ni en lo mejor de nuestra historia, sino en lo peor, en el sálvese quien pueda, en dejar que cada quién anule o desconozca a su semejante, y avance sin miramientos ni consideraciones, “pisando cabezas” para estar asomado a una falsa cima. 

Lo que aún no logramos procesar en común es que vamos a hacer “nosotros”. Ese nosotros que identifica con identidades “justas, libres y soberanas”, y que sueña destinos comunes con vidas dignas, con laburo, sin miserias ni pobrezas, con derechos sociales, e igualdades perdurables para nuestros hijos, y para los hijos de nuestros hijos.