El discurso de apertura de sesiones ordinarias del presidente Javier Milei fue un eslabón más en la larga cadena de atropellos, agresiones, insultos y disparates que se empezó a revolear tras el estallido de la estafa cripto, un escándalo de proporciones bíblicas cuyas repercusiones internacionales trepan día a día.

Más allá de que en las últimas dos semanas hay algunas decisiones gubernamentales que son de grueso calibre y otras simplemente humo, es muy evidente que el triángulo de hierro pretende opacar en la agenda pública las ramificaciones del caso Libra, que ya involucran jugosas cometas en las cercanías del despacho presidencial. Teléfono para quienes subestiman el episodio.

Lo notable del asunto es la escala inédita de la violencia verbal desatada desde las alturas del poder. No porque antes del criptoescandalete no existiera, sino porque se acentuó de manera extremadamente grosera. La política en modo cloacal, con efectos sociales imprevisibles.

No se trata aquí de promover o difundir, según la simpática distinción del León libertario, la pacatería hipócrita que caracterizó durante décadas al sistema democrático argentino. Pero el escupitajo sistemático en la palabra pública debería encender alguna alerta, especialmente en aquellos que hasta hace un ratito vivían llorando institucionalidad y republicanismo.

La retórica belicista lo inunda todo. En una entrevista en el programa “Tres poderes” de RTS Medios, el secretario de Vinculación Institucional de la provincia y armador político del radicalismo, Julián Galdeano, caracterizó al paro de 24 horas que realizó Amsafe en la vuelta a clases como “violento”. ¿No será mucho?

Mientras tanto, el gobierno provincial apeló al gastadísimo recurso de vincular la huelga docente con el líder de Suteba, Roberto Baradel. De cajón: en la previa sembró los medios con “noticias” sobre la supuesta relación del sindicalista bonaerense con la medida de fuerza del gremio santafesino y luego el propio Maximiliano Pullaro agitó el fantasma en diálogo con la prensa. Ojo con las provocaciones porque en el cuarto oscuro no hay que firmar declaraciones juradas para cobrar el presentismo.

En ese mismo reportaje, Galdeano calificó a la fallida comisión investigadora como un “pelotón de fusilamiento”. Otra vez: ¿no será mucho? Ante la pregunta de qué obtenía en concreto Santa Fe a cambio del voto negativo del senador Eduardo Galaretto, el funcionario consideró que corría riesgo el orden macroeconómico mileísta. Y punto. Lucen apichonados los bravíos caudillos federales.

No sorprende, en consecuencia, el atronador silencio del gobernador con respecto a la amenaza presidencial de intervenir la provincia de Buenos Aires, en un aprovechamiento cruel del espantoso asesinato de la niña Kim Gómez. Se entiende plenamente el cálculo político coyuntural de Pullaro, pero una mirada a no tan largo plazo lo debería alarmar. ¿Qué impide, por fuera de la presencia de efectivos federales en Rosario, que hagan lo mismo con él?

El tester de violencia registra niveles críticos en Milei y su alegre muchachada. Nada indica que no vaya a empeorar, más bien lo contrario. Cuidado, que el chiste terminó hace rato.