Este 26 de enero el calendario marca un nuevo Día Mundial de la Educación Ambiental, y aprovechamos para compartir tres experiencias pedagógicas, llevadas adelante por docentes, ambientalistas y artistas de Santa Fe. En distintos ámbitos, los tres construyen y difunden el conocimiento del medio ambiente como forma de generar conciencia sobre el hábitat, el cambio climático y el cuidado de la naturaleza.

La fecha elegida es por la Declaración de Estocolmo de 1972. En Argentina, desde el año pasado y a partir de la Ley de Educación Ambiental Integral, se establece la obligatoriedad de una Estrategia Nacional de Educación Ambiental Integral (ENEAI) como política pública nacional permanente para los ámbitos informales, no formales y formales de la educación ambiental. Está dirigida a todas las edades, grupos y sectores sociales, con el fin de territorializar la educación ambiental mediante acciones en el corto, mediano y largo plazo, y debe articular las distintas estrategias jurisdiccionales de cada provincia.

En Santa Fe ya contamos con una Ley de Acción Climática que incluye un artículo sobre la educación ambiental para el cambio climático, en el que se establece que el Ministerio de Ambiente y Cambio Climático debe coordinar con el Ministerio de Educación programas de educación, sensibilización y concientización sobre el cambio climático, dentro de los contenidos transversales para niñas, niños y adolescentes. Además, en 2020 el diputado del Frente de Todos Leandro Busatto presentó un proyecto de Ley de Educación Ambiental, que propone crear un Comité Interministerial de Educación Ambiental, entre las carteras de Educación, Ambiente y Cambio Climático, Producción, Ciencia y Tecnología y Salud, para diseñar los contenidos y las estrategias pedagógicas de la educación ambiental. 

Lo cierto es que la educación ambiental, al igual que sucede desde hace un tiempo con la Educación Sexual Integral, es un eje pedagógico que atraviesa distintos proyectos dentro y fuera de las aulas. En nuestra ciudad, desde los primeros meses de la pandemia, docentes de los Jardín de Infantes N° 173 Padre Luis Quiroga y N° 256 Hermana Benjamina hacen el programa “Jardín en el aire”, que se transmite por la FM Popular 98.7, la radio comunitaria de Santa Rosa de Lima. Junto a mùsica y literatura, el cuidado del hábitat y la naturaleza es hasta el dìa de hoy uno de los ejes de los contenidos de los micros radiales, en un barrio con graves problemas ambientales por obras cloacales inconclusas y una recolección de residuos deficiente, que deja microbasurales que suelen terminar en quemas.

Fernanda Descalzo, una de las docentes a cargo del proyecto, resaltaó que cuando se trabajan contenidos en la perspectiva de la educación ambiental, son las niñas y los niños quienes se vuelven “motores del cambio del planeta”. “Son sus voces las que tienen que concientizar a los adultos, porque no nos podemos quedar esperando a que el Estado intervenga sin hacer nada”, afirma. Los programas están disponibles en Youtube y entre ellos está “Patrulla Verde”, un radioteatro grabado íntegramente por niñas y niños sobre una comitiva intergaláctica que llega al barrio a resolver los problemas ambientales; un episodio dedicado a hablar sobre las quemas en los humedales y otros destinados a hablar sobre los rìos y el cuidado del agua. 

Por fuera del ámbito escolar, Valeria Marioni, artista docente de Artes Visuales, desarrolla junto a Andrea Ortmann el proyecto Paleta del Monte. Recientemente, recibieron una beca del Fondo Nacional de las Artes para investigar y elaborar tintas naturales de origen vegetal a partir de especies nativas del Paraná Medio. En este momento, están en la etapa exploración y laboratorio, y más adelante brindarán talleres y otras instancias de difusión de sus descubrimientos.

En Arazatí, hace tiempo que Marioni y Ortmann coordinan distintos talleres con información sobre nativas y su cosecha y tratamiento para hacer tintes, con actividades para crear y jugar como escribir y armar fanzines. El año pasado, en la muestra “Kiwi, el barro y las palabras”, dieron un taller de tintas y fanzines con poemas del escritor y alfarero de Alto Verde.

Sobre cómo entienden la educación ambiental, Marioni responde que desde el lenguaje visual o plástico y la observación, trabajan en la interacción con el medio ambiente. “Cuidar la naturaleza es cuidar ese vínculo, pensar qué nos espeja del medio ambiente. Es un conocimiento que tiene que ver con la experiencia y el cuerpo, aunque en la vida urbana y super agitada pareciera que el monte no existe o está en una cápsula, estamos en permanente relación”, explica sobre su perspectiva.

Del Instagram de arazati.tallerdelbosque

En su laboratorio en la costa, Ortmann y Marioni recolectan plantas y elaboran tintes atendiendo la biodiversidad actual. “Sabemos que el algarrobo, por ejemplo, se usó ancestralmente para teñir, pero hoy en día no abunda en esta zona, entonces tenemos que ver qué otro elemento que haya en abundancia para usar y cómo cuidarlo”, explica Marioni. 

Otra experiencia valiosa anclada en el litoral santafesino es la del Campamento Ñangapirí, un vivero de plantas nativas en Rincón. A la par de la producción de especies autóctonas y la venta al público, Ñangapirí difunde y fomenta el conocimiento del monte y sus especies. Guillermo Fages, quien lo lleva adelante junto a Federico Suksdorf, cuenta que comenzó hace siete años y trabaja de forma autodidacta. “La pata pedagógica del proyecto son las salidas al monte, una propuesta de sensibilización en torno a conocer nuestro medio y revisar el modo en que nos vinculamos con él”, define Fages. 

Del Instagram de campamento_nangapiri

Al vivero llegan desde biólogos, etnobotánicos e investigadores de temas específicos hasta grupos escolares de distintas localidades y personas oriundas de Chaco o Corrientes que quieren encontrar un árbol que recuerdan de su infancia. “Se dan charlas muy emotivas cuando la gente recuerda cosas, muchos llegan desde un lugar más urbano y se preguntan cómo no sabían que hay árboles frutales nativos, por ejemplo, que se pueden comer”.

“Nos interesa conectar desde lo espontáneo y sensorial, así que cuando vienen niños para nosotros es el camino al que queremos asociarnos, se dan recorridos siempre únicos y sorprendentes”, agrega Fages. Las salidas son para todos los públicos. 

Por Agustina Lescano