Marcelo Pacini tenía solo 15 años el 19 de diciembre de 2001 cuando una serie de perdigonazos disparados desde el interior de un negocio le quitaron la vida. Era un pibe más del barrio Cabaña Leiva, y ese día estaba construyendo un asador junto a su padre cuando fue alertado por el incipiente tumulto que provenía de un negocio de la zona, por lo que decidió acercarse a ver qué pasaba.

La crisis económica sacudía por entonces al país y la ciudad, llegando aquel día al punto cúlmine de unas jornadas de protesta social que acabarían con 39 muertos y un presidente huyendo en helicóptero de la Casa Rosada.

Ese miércoles amaneció bajo amenazas inciertas de saqueos y muchos comerciantes decidieron anticiparse a la jugada realizando un "reparto solidario" para evitar pérdidas mayores y posibles destrozos. Eran, además, épocas sin tanta conectividad y llegaban constantes rumores sobre entregas de bolsones en tal o cual lugar, muchos de los cuales resultaban falsos.

Uno de estos repartos estaba a punto de realizarse en el supermercado Bienestar, de Blas Parera al 5800, donde la muchedumbre ya hacia fila para recibir su mercadería. Hasta allí se acercó el joven Marcelo junto a sus amigos, vestido de entrecasa, en el mismo instante en que un grupo de allegados discutía con personal de Infantería. Fue entonces cuando se escuchó la detonación que acabó con su vida.

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El disparo provino del interior de otro comercio y sus perdigones le atravesaron a Marcelo la axila y el cuello. El joven fue derivado de urgencia al hospital local, pero llegó sin vida. La Justicia le atribuyó el hecho al militar retirado Víctor Hugo Clemente, acusado de "homicidio en exceso de legítima defensa", quien a su vez aceptó la autoría del crimen. Sin embargo la causa terminó siendo archivada por “falta de mérito”

La familia es consciente de que nunca se esclarecieron los motivos del disparo y creen además que el verdadero autor del crimen no fue Víctor sino su hijo, una persona a la que deben cruzarse cotidianamente porque, al igual que ellos, siguen viviendo en la misma casa de aquel entonces. 

Pero ya no buscan justicia. Su hermano Victor confió hace pocos días a El Litoral que tan solo se preocupan por hacer que su madre "no recuerde porque ya está grande". "La vida tiene que continuar", se sinceró, dando a entender que someterse a un proceso judicial es para algunos sectores simplemente quedarse estancados en un círculo sin fin. La muerte de Marcelo Pacini terminará entonces archivada en Tribunales.