“Soy un alma desnuda en estos versos,/ Alma desnuda, que angustiada y sola,/ Va dejando sus pétalos dispersos”. Así se definía en uno de sus poemas la escritora Alfonsina Storni, íntima y misteriosa. Víctima de una enfermedad terminal, se suicidó el 25 de octubre de 1938 en la ciudad de Mar del Plata. Antes de poner fin a su vida, escribió el poema “Voy a dormir”, con el que se despidió de su hijo, de su tierra y, por supuesto, de sus lectores. Hoy se cumplen 83 años de su fallecimiento.

Nacida el 29 de mayo de 1892, en el pueblo suizo de Capriasca, llegó a nuestro país a los cuatro años, donde formó parte de un grupo de literatas latinoamericanas que lucharon no solo por el reconocimiento artístico, sino también por un lugar, como mujeres, en la sociedad que les tocó vivir. Entre ellas, la chilena Gabriela Mistral y la uruguaya Juana de Ibarbourou. En nuestra provincia, vivió en Coronda, y también residió en San Juan y Buenos Aires. Atravesó una infancia con pocos recursos económicos, lo que la obligó a dejar sus estudios para trabajar. Primero como ayudante de su madre modista, y tras la muerte de su padre, como obrera en una fábrica de gorras. Sin embargo, nunca abandonó su deseo de estudiar. Ya en Buenos Aires, fue docente en el Teatro Infantil Lavardén y en la Escuela Normal de Lenguas Vivas. En 1917, llegó a ser directora en un colegio de Marcos Paz. Pero fue un año antes cuando publicó su primer libro, "La inquietud del rosal", con el que comenzó a forjar su faceta más profunda, viva y con la que sería recordada en la historia de la literatura argentina.

A partir de allí, Alfonsina comenzó a frecuentar algunos círculos literarios, como el grupo Anaconda, con Horacio Quiroga y Enrique Amorín; o el grupo Signos, con Federico García Lorca y Ramón Gómez de la Serna, y a publicar poemas en las revistas Mundo Rosarino y Monos y Monadas. Colaboró también en las publicaciones Caras y Caretas; Nosotros; Atlántida; La Nota, y en el diario La Nación, desde donde alzó la voz a favor de la igualdad y los derechos de la mujer. Algunos expertos de la obra de Storni dividen su producción en dos etapas: una muy influenciada por el romanticismo y un modernismo más refinado y estetizante, cuyos ecos pueden leerse en "La inquietud del rosal" (1916), "El dulce daño" (1918) o "Irremediablemente" (1919), y otra caracterizada por un tenor más oscuro y nostálgico, con una construcción de versos distinta e innovadora, como en sus libros "Mundo de siete pozos" (1934) y "Mascarilla y trébol" (1938).

Luego llegó la vanguardia y, con ella, su creatividad y fuerza poéticas se transformaron en una voz más personal. En su libro "Languidez" (1920) comenzó a quebrar cierta métrica y a utilizar términos que vienen de la oralidad más cotidiana. Así, empoderó una primera persona mucho más intimidante, intensa y reveladora.

Alfonsina vivió parte de su vida en Coronda. Sobre esos años, en los que estudió y se recibió de maestra, trata el unitario documental “Palabras degolladas, Alfonsina Storni en Coronda” de la realizadora santafesina María Belén Altamirano. La película, en la que Cintia Bertolino interpreta a la poeta, toma este suceso como excusa para contar un antes y un después: lo que significó Alfonsina Storni como mujer en la sociedad corondina de la época previo a consagrarse como poeta reconocida, y lo que sucedió luego de su partida. Pone el acento en su figura de mujer y artista y lo que representó tanto para la gente de la ciudad como para la sociedad argentina. 

Trailer - Palabras degolladas