Gustavo Schnidrig

—Mire oficial, en el día de la fecha, solicité hacer uso del artículo 143 de la Ley 24.660 y cuando la guardia me traslada al servicio médico, los médicos y enfermeros me dicen que no me van a atender porque antes no fue avisado que yo iba al mismo, le digo a la enfermera que por favor me atienda que sufro de lupus, y que me sentía mal, a lo que dice el guardia que no me va a atender y que me lleve de vuelta al pabellón.

—¿Sabe leer, escribir y firmar?

—Sí.

—¿Tiene algo que agregar, o enmendar a lo ya declarado?

—No oficial.

Esta charla fue transcripta el 4 de mayo de 2020, sobre un papel-documento de circulación interna. Es un trámite habitual, como se desprende del escaso interés mostrado por el oficial de turno. Un ejemplo concreto del muro infranqueable con el que suelen toparse muchos internos cuando intentan sacar un turno médico o realizar algún trámite burocrático en las cárceles de la provincia.

El sistema médico penitenciario "llega tarde y muchas veces no funciona"

Es una segunda condena que muchos presos deben padecer por el simple hecho de serlos. Una actitud fuera de derecho que funcionarios, guardias, profesionales y/o empleados judicales suelen aplicar sobre los reos, bajo la vista gorda de la dirigencia penitenciaria. A punto tal, de que su habitualidad ya lo asemeja mucho a una norma. No es curioso, tampoco, que quienes más lo sufran son los presos con condenas altas o quienes sostienen una actitud menos sumisa a las trabas burocráticas.

Un caso ejemplar es el de Pablo Peralta, protagonista de la cita de apertura. Este interno cuenta con una enfermedad tan perpetua como su condena, y desde su ingreso, hace 10 años, viene denunciando las irregularidades y demoras padecidas para sobrellevar su complejo cuadro de lupus eritematoso sistémico que, por no habérsele brindado una adecuada atención, se le agravó con otras enfermédades como diabetes tipo 2, ataques de pánico, transtornos del sueño e hipertensión.

En el derrotero por conseguir un tratamiento adecuado, Peralta cosechó una vasta experiencia burocrática hacia dentro del servicio penitenciario, llegando a judicializar cuestiones tanto de índole sanitarias como represivas.

Hace pocos días, el 28 de noviembre, recibió una orden firmada por un profesional de la salud que certifica sus "patologías múltiples, médicas y psiquiátricas" por las que "sería indispensable" derivarlo a una colonia psiquiátrica "por lo menos una vez por mes".

Lo acompañó una orden judicial, firmada por el juez Nicolás Falkenberg, disponiendo una serie de medidas para que se lo "incorpore" en el régimen de acercamiento familiar, herramienta que Peralta viene tramitando desde septiembre y que consiste en un pedido de internación domiciliaria para poder atenderse adecuadamente, dado que las cárceles no están capacitadas para tratar el lupus, y acompañar a su hermano que padece una discapacidad.

El sistema médico penitenciario "llega tarde y muchas veces no funciona"

Sin embargo, su intento por obtener una respuesta viene siendo infructuoso, dado el desinterés de quienes deberían asesorarlo y la falta de vigilancia de quienes deberían dirigirlos y gestionarlos.

También, sin dudas, a la falta de personal y profesionales para llevar a cabo las tareas. De acuerdo el Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (Sneep), el penal de Coronda tenía en 2021 un total de 527 profesionales dedicados a atender una población carcelaria de 1899 personas, divididos en 101 oficiales y 426 suboficiales.

Según este mismo organismo, además, el año pasado se realizaron 7089 consultas médicas, solo 10 de las cuales no fueron atendidas.

Pero son cifras que no suelen ser muy consideradas por los profesionales en la materia, dado que son elaboradas a nivel nacional, ya que en la provincia no se elabora información estadística sobre acceso a la salud en las cárceles.

El sistema médico penitenciario "llega tarde y muchas veces no funciona"

Mientras tanto, las denuncias por falta de atención médica se acumulan en cantidad.

Se puede consignar, por ejemplo, la situación de M. B., con un quiste detrás del oído y que desde hace 7 meses tramita su atención médica.

O la de S. R. B., con bolsa de colotomia y pidiendo que lo operen desde hace 6 meses, o que al menos le den un turno para la reconstrucción.

O la de J. E. F., con piedras en riñon y a la espera de ser trasladado a un hospital.

Cómo funciona una guardia médica penitenciaria

Por ley, las unidades penitenciarias de la provincia cuentan con guardias médicas que realizan trabajos de primera atención. Cuando un interno presenta una dificultad más compleja o requiere de un tratamiento especial, inicia entonces un proceso burocrático a fin de que pueda ser trasladado y atendido adecuadamente.

"El interno tiene derecho a la salud" y "deberá brindársele oportuna asistencia médica integral, no pudiendo ser interferida su accesibilidad a la consulta y a los tratamientos prescriptos", señala el artículo 143 de la ley 24.660, donde también se apunta que "los estudios diagnósticos, tratamientos y medicamentos indicados, le serán suministrados sin cargo".

Pero son los propios encargados y tabajadores del sistema penal quienes reconocen que ese proceso, por lo general, "llega tarde y muchas veces no funciona".  "Desde que un recluso dice 'me duele' hasta que llega al servicio médico pueden pasar muchas horas, incluso días", señaló a este medio un especialista en la materia.

De todos modos, y a diferencia de lo muchas veces planteado por los internos, sostiene que la demora en la asignación de turnos extramuros (al que calculó en tres meses y del que, por lo general y a causa de todo el trajín, "suele perderse") responde más a una falla del sistema que a cierta inoperancia o negiglencia profesional: sería, en última instancia, la falta de personal y de unidades móviles lo que explicarían las trabas en el acceso a la salud de los internos.

Consultados por este medio sobre dichos casos, además de pedir un detalle de la cantidad de trabajadores y herramientas con las que cuentas los penales santafesinos, y una evaluación de la política dirigencial llevada a cabo durante los últimos años, el Servicio Penitenciario, hoy bajo el mando del excomisario Gabriel Leegstra, señaló: "La mayoría de esos temas no se pueden dar a conocer".