Por Facundo Borrego

Si algo quedó en claro luego de la conmocionante balacera contra un comercio de la familia de Antonela Roccuzzo, esposa de Lionel Messi, es que el rol del Gobierno en la lucha sobre el narcotráfico no puede ser secundario ni limitarse a mandar recursos, al contrario, parece ameritar un cambio severo en el compromiso e involucramiento del Estado nacional. El Gobierno hasta ahora “ayuda”, pero el verbo debe cambiar a “ser parte”. 

Así lo piensa el gobernador Omar Perotti y acomoda su plan en ese sentido: que el gobierno se involucre como si viviese en Santa Fe. Semejante episodio de trascendencia mundial le permitió a Perotti no absorber todo el drama y no tener que pagar el costo pleno. Esta vez no se fue el ministro de Seguridad.

A menos de un día de que el presidente Alberto Fernández haya acusado en la apertura de sesiones en el Congreso a la Corte Suprema de la Nación como responsable de no fortalecer la justicia federal en Santa Fe y, por ende, dar margen al accionar narco, la realidad le destrozó la dialéctica. 

Ni la amenaza narco a Messi parece haberle quitado, o guardado por unos días, la meta al Presidente del “sueño de cambiar el mundo”. Desde Salta, imaginó: "Estoy seguro de que vamos a ganar las próximas elecciones. Les pido que no me dejen soñando solo, sueñen conmigo, vamos a cambiar el mundo de una vez por todas". Mejor empezar por Rosario.

Luego llegó la pifiada que demuestra la distancia que tiene Buenos Aires con la realidad de esta ciudad. “Algo más habrá que hacer” dijo en alusión al narcotráfico como si no quedara más remedio. Distinto hubiese sido un “tenemos que hacer más” y que huela a autocrítica y convicción. 

Los reclamos del gobernador y el intendente de la ciudad, Pablo Javkin, que vienen sosteniendo con insistencia, ha sido interpretado hasta ahora como un reclamo más. Ahí está el punto de inicio.

La violencia urbana incesable entre bandas en Rosario con esta amenaza a Messi, que además de crudo tiene un poder mediático enorme, deberían ser suficientes para poner el involucramiento en otro orden del Estado nacional, no sólo del gobierno sino también del Poder Judicial en su más alta esfera. Debería ser rápido, si no es molestia. Si la política en general puede solucionarlo y está decidida a sacrificarse es la pregunta que sigue después. Primero, a alistarse.