De la Redacción de Santa Fe Plus

Si bien el departamento La Capital cerró 2021 con la cifra más baja de la última década, la ciudad vivió un enero violento, con nueve homicidios en los primeros 22 días. Detrás de la marca de los peores años (14 en 2009 y 11 en 2011 y 2016), pero con una tendencia que se consolida cada vez más: esos nueve crímenes se repartieron entre los distritos Suroeste (3), Norte (3), Noroeste (2) y Oeste (1), que son los sectores de Santa Fe en los que se cometieron más homicidios de 2001 a la fecha. En febrero hubo, hasta el momento, tres homicidios: dos en el Noroeste y uno en el Suroeste.

Entre el 1º de enero de 2001 y el 13 de febrero de 2022 se perpetraron en la capital de la provincia 1.763 asesinatos, con una tasa de homicidios que en casi la totalidad de los años superó los 20 cada 100 mil habitantes, convirtiéndola en una de las ciudades más violentas del país.

Sobre 1.536 hechos que pudieron ser geolocalizados (87,12% del total, una muestra más que significativa) hay un dato relevante: los distritos Suroeste, Noroeste, Oeste y Norte concentran el 75,3% de los crímenes. El 24,7% restante ocurre en los distritos Este, La Costa, Centro y Noreste.

Homicidios por Distritos

Y no se trata de una cuestión de densidad de población. Los cuatro distritos con más homicidios, donde ocurren una de cada tres muertes violentas en la ciudad, concentran, según el censo 2010 (último dato disponible) el 54% de la población. Un detalle sirve para remarcar ese contraste: mientras el Suroeste, con una población de 49.003 habitantes fue escenario del 26% de los hechos (397), en el Centro, con 63.909 habitantes, ocurrieron el 4% de los homicidios (66).

En apenas diez de los 87 barrios de la ciudad se concentran el 42% de los asesinatos: Santa Rosa de Lima, San Lorenzo y Centenario (Suroeste); Barranquitas, Villa Hipódromo y Los Hornos (Oeste); Yapeyú y Los Troncos (Noroeste); Coronel Dorrego (Este) y Alto Verde (La Costa). Estos dos últimos barrios tienen una particularidad: una alta violencia de acuerdo a la cantidad de habitantes. La población de Alto Verde es de aproximadamente 12.000 personas, y allí se cometieron 85 asesinatos; la de Coronel Dorrego, donde se concretaron 51 crímenes, es de entre 5.000 y 6.000 habitantes.

El 89% de las víctimas son varones. El rango etario arroja cifras escalofriantes: el 51% tenía entre 13 y 25 años al momento de su muerte, mientras que el 10% tenía entre 13 y 17. Entre las mujeres, el 11% tenía menos de 14 años, mientras que el 51% tenía entre 15 y 34 años.

RANGO ETARIO

Las armas utilizadas también difieren de acuerdo al sexo de la víctima. Entre los hombres, el 79% de de los asesinatos se cometen con arma de fuego, el 15% con arma blanca, el 4% con golpes, el 1% con fuego y el 0,51% por asfixia. En las mujeres, disminuye la utilización de arma de fuego (51%), pero crecen considerablemente las demás: 23% con arma blanca, 12% por golpes, 6,5% por quemaduras o incendios intencionales y 12% por asfixia,

Armas utilizadas en víctimas varones

El lejano oeste

Con datos del Censo 2010, el Programa de Estadísticas e Investigaciones Sociales y Económicas del Gobierno de la ciudad de Santa Fe, durante la gestión de José Corral, publicó un informe que permitía conocer el porcentaje de hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas en cada distrito. Por si hiciera falta aclararlo, no se trata de vincular delito y pobreza, prejuicio que lleva a la estigmatización de los sectores humildes. Sí, en cambio, de comprender que auellos sectores en los que el Estado no interviene sufren la mayor cantidad de crímenes.

En ese sentido, el Noroeste es el distrito con mayor cantidad de hogares con NBI: 13,8%. Lo sigue La Costa (10,3%) que no es uno de los distritos más violentos en cantidad de crímenes, pero sí en tasa de homicidios. Suroeste tenía en ese momento 6,7% de hogares con NBI y el Oeste 5,3%.

En 2014, Néstor Gómez y Guillermo Velázquez publicaron un trabajo académico sobre "Calidad de vida y crecimiento demográfico en el Gran Santa Fe". Las áreas con calidad de vida "más favorable", según el trabajo, "acapara los sectores centrales (micro y macrocentro)". "La situación favorable se dispone a modo de un anillo que envuelve al anterior, continuando con las categorías desfavorable y más desfavorable en los sectores eminentemente periféricos".

Extraído del trabajo académico "Calidad de vida y crecimiento demográfico en el Gran Santa Fe", de Néstor Gómez y Guillermo Velázquez.
Extraído del trabajo académico "Calidad de vida y crecimiento demográfico en el Gran Santa Fe", de Néstor Gómez y Guillermo Velázquez.

Precisan que el centro es "donde se concentran las mayores proporciones de población con estudios universitarios completos y con obra social; así como altas proporciones de hogares conectados a redes de cloacas y de gas como asimismo casi totalidad de cuadras de las calles asfaltadas", mientras que la periferia "acusa los mayores índices de población hacinada, sin inodoro y con estudios primarios incompletos, y a su vez se dan bajas proporciones de cobertura de redes de servicios y de pavimentado de calles".

"En el caso de Santa Fe, en primer lugar, la sucesión del anillado se presenta muy nítida partiendo del centro hacia el cardinal norte. En cambio, la transición desde el centro hacia el sector oeste es abrupta, e incluso no se produce la sucesión completa de anillado, dado que de la categoría más favorable (en el centro y macrocentro) se pasa directamente a más desfavorable’", remarca.

El Estado

"En Santa Fe claramente los homicidios se dan en la periferia. En nuestros mapas el cordón noroeste está lleno de puntitos rojos. También en la costa, tiene la forma de un arco. Y son los barrios más pobres y de mayor vulnerabilidad social. Por eso es importante intervenir en esos barrios con medidas sociales que acompañen a la intervención policial", afirmó en diálogo con Santa Fe Plus Luciana Ghiberto, Subsecretaria del Observatorio de Seguridad Pública del Ministerio de Seguridad.

Sostuvo que esa información "se utiliza para múltiples actividades de tipo operativa y de seguimiento de ciertos territorios". "Los dispositivos multiagenciales son un ejemplo. En la ciudad funciona uno en el alero de barrio Acería, donde intervenimos con postas culturales, burocráticas y sanitarias. Hay incluso un centro de vacunación. Trabajamos de esa forma porque el nivel de violencia obliga a intervenir en territorios acotados, porque la violencia está concentrada en espacios geográficos pequeños", agregó. Además, remarcó que "los barrios grandes e históricamente postergados tienen una tasa de mortalidad mucho más alta a la media de la ciudad".

Para Jorge Andrés Fernández, secretario de Política y Gestión de la Información del Ministerio de Seguridad, "se dio un fenómeno en los últimos dos años de tendencia a la baja en los homicidios, pero con una cantidad de heridos que se mantuvo estable". "Esto tuvo que ver sin dudas a la decisión de aplicar una determinada gestión, pero también inciden factores externos que van desde el azar y la buena puntería del homicida de turno, hasta cuestiones más políticamente previsibles como el buen funcionamiento del sistema de salud. Hay cada vez más médicos capaces de salvarle la vida a una persona que llega malherida", precisó.

"Lo que hacemos desde el Observatorio no es producir información sin un objetivo, sino para elaborar políticas de seguridad. La idea es que el estado tenga información confiable", enfatizó.