Tras largos meses de sostenida agresión desde la Quinta de Olivos, que incluyó desde insultos hasta desfinanciamiento, el sistema universitario argentino decidió salir a defenderse ante la posibilidad cierta y concreta de extinción. Quién piense que lo antedicho es una exageración no está comprendiendo cabalmente la magnitud de los cambios que Javier Milei pretende con su Revolución Liberal.

Así, en un par de semanas, se concretará una movilización que promete tener un tamaño descomunal. La convocan los sindicatos del sector, las federaciones estudiantiles y los mismísimos rectores. La CGT aportará lo suyo, en la previa de su propia acción callejera prevista para el 1 de mayo y el paro nacional del 9. Las cosas deben andar realmente mal para semejante confluencia.

La protesta hará erupción en un contexto significativamente distinto a cualquier otra etapa histórica. Los estudiantes universitarios, mayormente jóvenes menores a 30 años, forman parte de la base social que elevó a la presidencia al líder anarcocapitalista. Son votantes que eligieron como opción electoral a una persona que considera al Estado una organización criminal. El mismo Estado que les provee una carrera en forma gratuita. Habrá que ver cómo procesan este choque con la realidad.

En la provincia de Santa Fe, el impacto de este conflicto es difícil de exagerar. No sólo por la dimensión de las comunidades universitarias que se despliegan en su territorio, sino porque también toca un nervio hipersensible de la política. Del radicalismo, en particular, pero no solamente.

Basta con ver el currículum de dirigentes de primera línea en la actualidad santafesina. Pablo Javkin, intendente de Rosario, ex presidente de la FUR y la FUA. Mario Barletta, jefe municipal de la ciudad de Santa Fe entre 2007 y 2011, actual diputado nacional, ex rector de la UNL. José Corral, su sucesor en la intendencia capitalina, hoy legislador provincial, ex titular de la FUL y de la secretaría de Extensión Universitaria de esa casa de estudios. Y así se podría seguir hasta el infinito. ¿Elevarán su voz al respecto? Todo eso soy yo, un gran signo de preguntas, cantaría Rubén Goldín.

Desde el peronismo el asunto parece más claro, por obvias razones. Su electorado santafesino no se superpone con el libertario, al menos por ahora. Y tiene un perfil claramente opositor, a diferencia de una UCR atravesada por tremendas tensiones entre quienes pretenden acercar el centenario partido a las costas oficialistas y quienes pretenden anclar de manera definitiva en la orilla contraria. En este último segmento se inscribe Martín Lousteau, cuyo vínculo político con la UBA es público y notorio.

Si faltaba un condimento para que la disputa universitaria conmueva a la provincia de Santa Fe, lo aportó el propio presidente. Compartió un posteo en X del troll libertario Traductor que, con foto adjunta, decía: “Hoy en la Universidad de Rafaela, a las 19.30, pausaron las clases en TODAS las aulas para obligar a los alumnos a escuchar una charla contra el mercado y las políticas de @JMilei”. El jefe de Estado aportó lo suyo: “DESPUÉS SALEN UNOS SALAMES A NEGAR QUE ADOCTRINAN. VIVA LA LIBERTAD CARAJO…!!!”. Le contestó el ex ministro perottista, Marcos Corach, en la misma red: “Se cree sus propias mentiras. No se da cuenta que los pibes y pibas están defendiendo esa universidad por la que tanto luchamos -lo sé porque tuve el honor de ser parte de su gestación- y desde la que ellos aprenden a soñar con el futuro que él se empeña en destruir”. También en este caso resulta sumamente interesante observar cómo digiere esta pulseada la población del oeste santafesino, que de forma masiva se zambulló a las fauces del León libertario.

Cuando Milei enfatiza que el punto más alto en la historia nacional fue el primer centenario no es casualidad, tampoco en este caso: fue antes de la Reforma Universitaria del irigoyenismo y de la gratuidad del primer peronismo. A ver si, de una vez por todas, empiezan a tomar en serio lo que dice.