Redacción Casilda Plus

La consigna oficial es siempre 'Hay que concientizar". Sin embargo, el Estado argentino, gobierne quien gobierne, oculta una de las causas principales del desarrollo de esta patología: los agroquímicos.

El Departamento Caseros continúa inmerso en el corazón de la producción agroindustrial. Caldo de cultivo de productos transgénicos, que repelen los venenos que se lanzan sobre las zonas sembradas, pero que a su vez expanden una cortina de niebla dañina que se lleva vidas en silencio.

El doctor Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socioambiental de la UNR, fue muy crítico de una situación que dice preocupar a muchos, pero que a nadie ocupa. "Los laboratorios ligados a estas empresas crearon productos para hacer los cultivos más resistentes a los venenos que ellos vendían", sostuvo. Y agregó que vivimos desde hace décadas inmersos en un modelo industrial "toxicodependiente", que ni siquiera pudo resolver el problema del hambre.

Sólo por citar un ejemplo, a la semilla de soja se le agrega un gen capaz de resistir estos químicos. Así, cuando los alimentos son fumigados con herbicidas y pesticidas, la planta vive porque está preparada para recibirlos. En cambio, todo lo que la rodea, muere, junto con insectos, polinizadores y organismos del suelo, como lombrices.

"El incremento de las enfermedades oncohematológicas registradas oficialmente que ha tenido la Argentina en los últimos 20 años está temporalmente relacionado con el aumento del uso de agrotóxicos en nuestro país", dijo a Radio Casilda, Verzeñassi.

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Gracias a los campamentos sanitarios realizados en muchas comunas y muchos municipios del sur santafesino, hasta el año 2019, se detectaron datos alarmantes y esclarecedores. Estos análisis se hicieron con la UNR, junto a estudiantes avanzados de Ciencias Médicas, hasta que cambió el color político de la facultad.

Más allá de ese revés, su publicaron tres libros que resumen ese enorme trabajo. El más interesante de ellos se denomina 'Transformaciones en los modos de enfermar y morir en la región agroindustrial de Argentina', escrito junto a Alejandro Vallini, en el cual se adjuntan resultados de los papers científicos más destacados.

El departamento Caseros tiene, según el informe rubricado por la Universidad Nacional de Córdoba, la mayor concentración de veneno por superficie. Esto acarrea consecuencias como incrementos de distintos tipos de cáncer o enfermedades pulmonares, problemas de desarrollo interuterino, nacimientos prematuros y malformaciones congénitas. Esto último se generan por la exposición de las madres durante el primer trimestre de embarazo.

"Ha primado la coherencia de aceptar la dependencia de este modelo tóxico, que sólo beneficia a las cooperaciones. Con la excusa de la necesidad de dólares y divisas, se estimula la destrucción de territorios", insistió el especialista entrevistado. De hecho, para Verzeñassi, en este tema no existe una "grieta". Y señala los entramados de corrupción entre políticos, empresarios y científicos que, por dinero, enferman a la sociedad entera y, sobre todo, a los más chicos.

En la provincia de Santa Fe se realizaron una serie de estudios que convalidan la relación entre aplicación de herbicidas como el glifosato y la proliferación de enfermedades como el cáncer. En localidades santafesinas de menos de 10 mil habitantes donde se realizaron campamentos sanitarios, hubo un crecimiento exponencial de los casos de cáncer año a año.

Casilda, Los Molinos, Arequito, Chabás, San José de la Esquina y Arteaga, presentaron un índice de crecimiento del 40 % de casos de canceres vinculados a los agrotóxicos, y el 60 % de crecimientos en enfermedades respiratorias, estomacales y dermatológicas.

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Ningún gobierno nacional, provincial o local tomo medidas en el asunto, tampoco la justicia a través  del Ministerio Publico Fiscal. Algunos ambientalistas le reclaman al senador del departamento Caseros, Rosconi, que más allá de los aportes que mensualmente hace a las instituciones con la entrega de cheques, se interese por problemas que son vitales para la vida de los habitantes.

Hay una exposición crónica y sostenida, recuerda el director del Instituto de Salud Socioambiental de la UNR. Las comunidades beben agua de las napas contaminas, respiran el aire mezclado con las fumigaciones, y se alimentan de comidas ultraprocedas.

En 2016, Argentina se posicionó tercera en el ranking mundial de producción transgénica. Muchos empresarios del agro insisten en que el glifosato es igual al agua y que no afecta la salud. Mientras tanto, el Ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, planteaba que el daño que causa dicho herbicida es semejante al que general el “agua con sal”.