Por Leo Ricciardino

La reaparición pública de Cristina Kirchner esta semana puso de manifiesto hasta dónde caló el intento de fusilamiento en su contra. “Estoy más mística”, confesó ante el grupo de monjas y curas de opción por los pobres que la recibieron y rodearon de afecto y oraciones. La
vicepresidenta pidió que recen por ella y cree estar viva “gracias a dios y a la virgen”. Y quién puede negarlo. La vida, las cosas entran en otra dimensión cuando se toma conciencia de que se estuvo al borde de la muerte.

También lo político y es por eso que después de esa aparición empezó a hablarse de una posible cumbre con el ex presidente Mauricio Macri; de los pocos jefes opositores en comprender profundamente hasta dónde se había llegado en Argentina.

“No tenemos enfrente gente racional” había dicho Cristina poco antes del intento de magnicidio en su contra. Y ahora, la política confiesa en secreto que no tenía la menor idea de qué está pasando por las mentes de esta juventud negacionista y de extrema derecha que de golpe puede pasar a la acción. Con excepción claro, de los posibles alimentadores de este odio desde las relaciones con alguna fuerza y/o dirigentes de superficie.

Como dijo la socióloga Ana Aymá este fin de semana “el negacionismo es un pilar fundamental de esta nueva retórica de ultraderecha”. Lo curioso es que la desconexión general de la política con la sociedad, la pérdida de la territorialidad y de militancia hicieron que sean los
intelectuales y académicos los encargados de dar las respuestas. 

“El negacionismo, la trampa de la incorrección política y una banalización sin fin construyen la discursividad pública violenta que viene a romper el pacto democrático en la Argentina”, dice Aymá, Por eso el blindaje que diputadas y diputados de Santa Fe hicieron con Amalia Granata, ante el pedido de expulsión de la Cámara que formuló el peronismo de esta provincia, no es sólo un eslabón más en la cadena de mezquindades políticas que por habituales no dejan de ser perniciosas para todos.

Pero una cumbre entre la vicepresidenta y el expresidente Macri, no está cerca de suceder. Con la polarización llevada al extremo los dos tienen más para perder que para ganar entre sus filas. Aunque ambos manifestaron estar dispuestos es claro que Macri no hegemoniza a todo el pensamiento opositor y que hay sospechas en Juntos por el Cambio del resultado que tendría esa cumbre. La necesidad de un acuerdo para salir de la crisis la comprenden
todos, pero de ahí a concretarlo la distancia es enorme.

La propia ex presidenta ya había hablado de un acuerdo transversal sobre la economía bimonetaria y la inflación mucho antes del intento de asesinarla. Sin embargo, los pasos dados en esa dirección nunca comenzaron a darse.

Tal es la brecha que separa a los bloques políticos que hasta dejaron al presidente Alberto Fernández en medio de una pandemia global, sin presupuesto 2022. Ahora, el ministro Sergio Massa amenaza con un shutdown si la oposición no aprueba el Presupuesto 2023 que ingresará
al Congreso en estos días. El cierre total de la administración pública es un mecanismo al que echó mano en 1995 el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton cuando los republicanos lo dejaron sin presupuesto ese mismo año.