El Porvenir resiste los embates de All Boys y se aferra al Nacional “B”. Es el partido de vuelta de la Promoción y el equipo de Floresta, dirigido por Ricardo Caruso Lombardi, necesita ganar para lograr el ascenso. Faltan dos minutos para que el equipo de Gerli pueda festejar la permanencia. El árbitro, Rafael Furchi, detiene el encuentro y llama al delantero del equipo local. Es brasileño, tiene 20 años y está cerrando una buena campaña en su primera incursión en el fútbol argentino. Hugo Leonardo Alves protesta, pero no hay caso. Furchi le muestra la roja por un exceso verbal. Sigue los últimos segundos del partido desde afuera. El pitazo final lo devuelve al campo de juego para celebrar, junto a sus compañeros, esa gambeta al descenso. El Tribunal de Disciplina lo sanciona con 6 fechas. Igual recala en Unión. El equipo Rojiblanco cumple la peor campaña de toda su historia y evita, con lo justo, caer por primera vez en la tercera categoría. Sus 8 goles no alcanzan para que el club intente retenerlo. Se transforma en un trotamundos: Sporting Cristal, Talleres de Remedios de Escalada, San Telmo, Defensores de Belgrano y Almirante Brown forman parte de su currículum. Deja el fútbol y vuelve a Brasil. Seis meses después, la policía lo detiene y un juez lo condena a 9 años de prisión por tráfico de drogas.

Su carrera

Hugo Leonardo Alves nació en Belo Horizonte, el 15 de enero de 1983. Hizo las inferiores en Cruzeiro, pero no pudo pegar el salto al fútbol profesional. Un representante comenzó a ofrecerlo en la Argentina. Se probó en River, Colón y Lanús, pero no conformó. Con 19 años se sumó a El Porvenir para disputar la temporada 2002/03 del Nacional “B”. La campaña no fue buena. El equipo de Gerli tuvo que disputar la Promoción, donde salvó la categoría con dos empates ante All Boys. Sin embargo, Alves cumplió: con 9 goles terminó octavo en la tabla de artilleros, liderada por Matías Gigli, de Godoy Cruz, y Héctor Silva, de Gimnasia de Concepción del Uruguay, con 12. Quedó debajo de Rodrigo Palacio, que convirtió 10 para Huracán de Tres Arroyos.

Su expulsión en la revancha ante los de Floresta y la suspensión por seis fechas que le impuso el Tribunal de Disciplina complicaron su intención de cambiar de aire, hasta que apareció en el mercado Unión, que había descendido semanas atrás e intentaba armar un equipo para volver rápido a Primera División. El club compró el 10% de su pase y el presidente Tatengue, René Citroni, se ilusionó con una posible disminución de la sanción. Sin embargo, tal como se preveía, Alves pudo debutar recién en la fecha 7. Y fue figura. Marcó dos goles para derrotar 3 a 1 como local a Huracán, en Santa Fe. Quince días después anotó, de cabeza, para superar 3 a 1 a Almagro.

Con la Rojiblanca jugó 26 partidos, 21 de ellos como titular. Oscar “Cachín” Blanco y el trío conformado por Miguel Oyeras, Marcelo Yorno y Marcelo López confiaron en él casi siempre desde el arranque. Respondió con ocho goles, tres de ellos de cabeza, con una particularidad: todos los marcó en el 15 de Abril. Nunca pudo hacer un gol fuera de Santa Fe. La campaña fue la peor en toda la historia de Unión. En la última fecha enfrentaba a El Porvenir. Estaba obligado a ganar y esperar que Los Andes perdiera ante Belgrano. Alves fue suplente. Ingresó en el segundo tiempo en reemplazo de Sebastián García. A los 31 minutos Emanuel Torres lo puso cara a cara ante Fernando Dubra, su ex compañero. El brasileño falló, pero Torres capturó el rebote y marcó el 1 a 0. En la Promoción, el equipo superó a Tristán Suárez y logró la permanencia.

“Tengo el mejor de los recuerdos de él. Era un morocho sano, muy inocente. Una vez estábamos concentrados en el Hotel Zavaleta para jugar la promoción con Tristán Suárez. Estaba con el Gringo (Julio) Valli que me dice que Hugo estaba retrasado. Un ratito después lo vi entrar. Venía corriendo, con el buzo lleno de alfajores escondidos. Era como un nene”, recordó Miguel Oyeras, entrenador de aquel equipo.

“Era un como un chico grande. Futbolísticamente tenía potencia. Era pura potencia. Yo siempre le decía que era el único brasileño que no sabía pegarle a la pelota. Tenía un buen físico, pero no lo sabía aprovechar del todo. Cabeceaba bien, pero no definía bien. Me rendía en las prácticas. Le tenía confianza. Además, él hacía todo el desgaste para el Picante (César Pereyra)”, precisó.

Su rendimiento no conformó a la directiva y Alves emigró al Sporting Cristal de Perú, dirigido por Edgardo Bauza. En la fecha 5, en el clásico ante Alianza Lima, ingresó en el complemento. El equipo perdía 3 a 2 y lo dio vuelta en los últimos minutos, para un infartante 4-3. El brasileño no convirtió, pero armó la jugada del tanto decisivo, por lo que el Patón le dio la titularidad en las fechas posteriores. No lo supo aprovechar. Su único gol en esa institución lo convirtió el 24 de diciembre de 2004, ante Universidad San Martín de Porres.

Volvió a la Argentina para disputar el Clausura 2005 de la Primera “B” Metropolitana, defendiendo los colores de Talleres de Remedios de Escalada. Marcó 4 tantos en 14 partidos. El Porvenir le abrió las puertas otra vez para la temporada 2005/06 de la “B” Nacional. Sólo disputó un par de encuentros, no convirtió y el elenco de Gerli descendió a la “B” Metropolitana. Lo contrató San Telmo. Sus 11 goles sirvieron para que el equipo esquivara el descenso a la “C”. Recaló en Defensores de Belgrano para la 2007/08. “El Dragón” terminó en mitad de tabla y Alves sumó otros 8 goles en su trayectoria. En junio de ese año Almirante Brown lo incorporó. En la tercera fecha de la “B” Metro marcó frente a Comunicaciones. Días después debió ser operado de una apendicitis. Volvió a convertirle a Colegiales y Atlanta. Pero se le cerró el arco: fueron sus únicas tres conquistas en Isidro Casanova, en 24 partidos. Su último encuentro fue el 16 de mayo de 2009, en la caída 1-0 frente a Talleres de Remedios de Escalada.

Con 26 años, sus números en el ascenso eran, hasta ese momento, más que aceptables. Sus 44 goles en 181 partidos le podrían haber permitido seguir jugando unos años más en la “B” Metro. En julio de 2009 Cristian Domizi pidió su contratación para Sportivo Belgrano de San Francisco, que había logrado el ascenso al Argentino “A”. Lo conocía de su paso por Unión. Cuando Alves se calzó la del Tate, el “Pájaro” trabajaba en las inferiores del club. Finalmente, no llegaron a un acuerdo. Y el brasileño ya no volvió a jugar al fútbol de manera profesional.

Su caída

En las primeras horas del 18 de febrero de 2010 policías de civil detuvieron a Paulo Roberto Olivera Farías Junior con dos piedras de crack (un derivado de la cocaína) en un barrio de Belo Horizonte. Cuando le preguntaron dónde las había comprado, señaló un restaurante que actuaba como fachada de un kiosco de drogas. Los uniformados ingresaron al lugar y detuvieron a Hugo Alves, su novia, María Moura Fortunato, y una amiga de ambos, Ana Lucía Borges Fortunado.

En declaraciones al diario O Tempo, el oficial Thiago Salgado sostuvo que las dos mujeres eran conocidas en el ambiente del narcotráfico. “Ana estaba casada con el hermano de María, un traficante de drogas conocido como Silvinho que murió el año pasado. Después de eso, parece que han tomado el comercio", afirmó. Alves se resistió al asalto y golpeó a un policía cuando intentaron reducirlo. “Nos dijo que jugó en la Argentina y que sufrió una lesión en la rodilla. Como estaba lejos, decidió regresar. Y empezó  a salir con María", agregó el policía.

En el allanamiento a la casa secuestraron dinero en el microondas, en el techo del baño, una “piedra grande” de crack, otras 45 piedras ya fraccionadas, material para embalar la droga y varios teléfonos celulares. En el juicio, Paulo Roberto, quien había comprado la droga esa noche, sostuvo que “ya había comprado drogas a los acusados muchas veces” y que tanto “Hugo como María son los que venden y cobran el dinero”. “Ese día, además de mí, otras personas también compraron drogas”, agregó. Alves y su novia intentaron defenderse. Negaron vender droga y trataron de desmentir a su cliente. María Fortunato dijo que el dinero que la policía había confiscado lo había cobrado del Instituto Nacional de Seguridad Social, “por un accidente de trabajo”.

“No tengo dudas acerca de los hechos y tampoco sobre el desenvolvimiento de los dos acusados con el comercio ilegal de drogas”, sostuvo en su fallo el juez, que condenó al ex atacante rojiblanco y su pareja a 9 años y 4 meses de prisión. En 2014, la defensa de ambos apeló la sentencia, pero el Tribunal de Apelación en lo Criminal de Brasil la confirmó.

"Me equivoqué"

“Pasé un buen tiempo encerrado. Me equivoqué, me junté con gente mala. Yo pagué por el error que cometí. En la cárcel hay gente buena y mala. Hice amistades y las cosas malas las dejé allá. Ahí adentro, sos uno más y tenés que hablar poco. Y saber con quién hablar. Si no te metés en chusmeríos, no te pasa nada”, contó en una entrevista con "El 1 Digital", desde Divinópolis, al sur del estado de Minas Gerais.

“Nunca más voy a volver a ese camino en el que estuve. Esa vida la dejo para atrás y chau. No bebo cerveza ni salgo a la noche. De casa al trabajo y del trabajo a casa”, agregó. Estuvo en la prisión de Nelson Hungría. Allí trabajó en el taller donde los presos las confeccionaban. Hoy trabaja en una granja de pollos y como empleado de seguridad nocturna en un shopping. “Tengo seis pibes; cuatro mujeres y dos varones. Dos están en Argentina, dos con mi mamá y dos con la madre en Belo Horizonte”, relató.