En Santa Fe sabemos de inundaciones y sequías. Este verano, en medio de una bajante extraordinaria del río Paraná, la región fue una de las más afectadas por la ola de calor que azotó el país. Frente a la Laguna Setúbal diezmada, la pregunta es ¿volverá el agua? El peligro que late es que los habituales ciclos de crecidas y bajantes -que bien conocen quienes habitan las costas, como Alto Verde, La Vuelta del Paraguayo o Colastiné Sur- se vuelvan fenómenos hídricos de riesgo con una periodicidad cada vez más cercana. 

En este Día de los Humedales, bien viene recalcar que son justamente los humedales los que desempeñan funciones en la mitigación del calentamiento global. Por un lado, son importantes sumideros de carbono y, por ende, su destrucción libera gases de efecto invernadero, en tanto que su restauración y creación se traduce en la retención de más gases de efecto invernadero. Por otra parte, cumplen un rol fundamental en la adaptación al cambio climático, ya que amortiguan el efecto de las tormentas y las inundaciones.

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Los humedales son sistemas de arroyos, lagunas, bañados, esteros, donde el principal componente es el agua. Funcionan como una esponja, que en épocas de crecida, pueden almacenar el agua. También, son reservorio de agua disponible para consumo humano. Cuando los humedales se encuentran situados sobre sedimentos y rocas permeables, el agua que retienen se filtra a través del suelo y recarga los acuíferos. Así, muchos humedales actúan como filtros que pueden eliminar sustancias tóxicas de los cuerpos de agua, y su importancia crece en un mundo que se va quedando sin reservas de agua potable.

Al norte de nuestra provincia sobrevive el Jaaukanigás, uno de los tres humedales con los que cuenta Santa Fe y uno de los más importantes de la Argentina desde el punto de vista de su biodiversidad y por el sistema hidrológico que representa. Alberga una rica fauna y flora, con 881 especies y variedades de plantas, 699 especies de vertebrados y millares de especies de invertebrados, algunas vulnerables o en peligro de extinción. Son 492 mil hectáreas que están vinculadas a lo que es el valle de inundación del Río Paraná. 

Está ubicado en el noroeste de la provincia de Santa Fe, en el departamento General Obligado, y tiene como límites la Ruta 11, el cauce del Paraná, en el norte el Paralelo 28, y en límite Sur el Arroyo Malabrigo. Los otros dos son la Laguna Melincué, en el departamento General López y el Bi-provincial Delta e Islas del Paraná, que comprende parte del territorio del departamento San Jerónimo, provincia de Santa Fe, y la sección Islas del departamento Diamante, provincia de Entre Ríos. 

En las mismas tierras, existía una tribu conocida como los Abipones, pueblos originarios, parientes de los Tobas, los Mocovíes y los Pilagás. Eran conocidos como los cabeza rapada o los frentones y tenían su propia lengua. En voz abipona, Jaaukanigás significa gente del agua. De ahí recibe su nombre el humedal del norte de la provincia de Santa Fe, que tiene una importancia fundamental para la vegetación, los peces, la flora y fauna en general y las personas que habita la zona. 

Quienes lo habitan también se refieren al Jaaukanigás como Farmacia de la isla, en agradecimiento por todas aquellas plantas que tienen propiedades medicinales y que nuestros antepasados utilizaban para sanarse. Al día de hoy, muchas familias viven de los recursos que posee el sitio desde aportar a la vivienda, hasta ocupar materiales del lugar. Existe una rica vida acuática con alrededor de 300 especies, que son la clave de la economía regional: el 50% de la población del área vive de la pesca.

Jaaukanigás - Parte 1

El fuego

Al ser un humedal, el Jaaukanigás santafesino tiene importancia y trascendencia internacional y desde octubre de 2001 es considerado sitio Ramsar junto a más de 2000 humedales en todo el mundo. Así como provee alimentos, materiales y medicinas, también brinda un entorno único para la recreación, el turismo ecológico y la pesca deportiva. Pese a todo, se calcula que el fuego de las reiteradas quemas del 2020 y 2021 afectó un 80% del Jaaukanigás. Desde el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), indican que el 95% de los incendios fueron producto de la intervención de las personas.

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Allá a los lejos, en agosto de 2020, miles de personas cortaron el Puente Rosario-Victoria en repudio a los incendios en el Delta del Paraná y para exigir una norma que protegiera a los humedales. En noviembre del mismo año, la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Cámara de Diputados dio dictamen de mayoría sobre el proyecto de Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental para el Uso Racional y Sostenible de los Humedales. Conocida popularmente como la Ley de Humedales, reunía diez textos que habían sido unificados.

Al igual que pasó con proyectos anteriores en 2013 y 2016, la Ley de Humedales perdió estado parlamentario. Quedó encajonada en la comisión de Agricultura y Ganadería de la Cámara de Diputados de la Nación. El 2022 dirá si Argentina contará finalmente con una norma adecuada para preservar los humedales, fuente de vida, naturaleza, trabajo y belleza, como es el Jaaukanigás.

¿Y la Ley de Humedales?