En 2008 en San Francisco (California), surgió Airbnb, una empresa que puso en jaque a ciudades y empresas y que marcó un antes y un después en la historia del turismo a nivel mundial. Hoy en día su valoración supera los 100 mil millones de dólares, cifra que ubica a la empresa por arriba del PIB de más de la mitad de los países del mundo.

La plataforma de alquiler temporario online que ofrece conectar a los huéspedes con los anfitriones de habitaciones privadas o departamentos enteros dio un giro exponencial entre 2015 y 2016, cuando se expandió por Europa. 

Actualmente, cuenta con 4 millones de anfitriones que han compartido sus alojamientos con más de 1.000 millones de viajeros. “Todos los días, los anfitriones ofrecen estancias excepcionales y experiencias únicas que permiten a los viajeros descubrir el mundo de una manera más auténtica y cercana” describen en su página web. 

Según el economista e investigador Juan Luis Eugenio Martín, en “El fenómeno airbnb: ¿Crecimiento económico o relocalización?, el avance de estas plataformas le permitió al turista disponer de un abanico amplio de oferta: tanto en el espacio, como en la calidad, en la cercanía con el residente y en los precios. También para los propietarios significó una renta adicional. Pero, al mismo tiempo, la demanda de inmuebles para este fin, redujo la oferta del mercado de alquiler tradicional y tuvo un impacto en el aumento de precios. 

“El incremento del precio del alquiler ha generado el riesgo de expulsión de los residentes de las zonas turísticas, generando desasosiego y rechazo en algunos sectores de la población. Es necesario también mencionar la presencia de externalidades negativas relacionadas con el uso de áreas residenciales por parte del turista, así como la necesidad de regular el servicio en términos de control de calidad y recaudación fiscal”, explica Martín.

En este sentido, como plantea un informe del Centro de Estudios Metropolitanos (CEM)  “En esta era signada por la economía digital, el desafío es desarrollar marcos regulatorios adecuados, que den respuesta efectiva a los problemas que emergen y que mitiguen los impactos negativos que estas dinámicas globales tienen en la vida cotidiana de las ciudades. Mientras que desde la perspectiva del turismo esto implica normativas apropiadas de seguridad e higiene de los establecimientos, de cargas tributarias para los anfitriones y seguridad social para todos los trabajadores involucrados, entre otras, el problema de fondo que Airbnb le está planteando a las ciudades es la competencia por las viviendas, sobre todo en contextos donde existe déficit habitacional.”

Días atrás, en diálogo con Santa Fe Plus, integrantes del Colegio de Corredores Inmobiliarios de la provincia, hacían referencia a que “muchos propietarios amoblaron sus departamentos y están haciendo contratos temporarios” y que otro gran porcentaje dispuso sus inmuebles para la venta. Los factores que motivan esta decisión son varios, pero el económico es el principal. Con aproximadamente 8 días de alquiler a través de la plataforma es posible generar un ingreso similar al alquiler mensual promedio de un departamento permanente. 

Otro dato a tener en cuenta, es la especulación. En el portal de análisis de datos Inside Airbnb, (que hasta el momento sólo generó datos de la provincia de Buenos Aires) se observó que casi el 80% de los anuncios de ese lugar corresponde a anfitriones que se encuentran dentro del modelo de la economía colaborativa, es decir, que tienen sólo una oferta disponible. Mientras que el 19% de las ofertas activas pertenecen a anfitriones que tienen entre dos y diez ofertas disponibles. En tanto, el 1% es de quienes ofertan más de 10 propiedades en simultáneo.

¿Cómo es el despliegue de Airbnb en La Capital?

En la ciudad la plataforma cuenta con 46 anuncios disponibles al 26 de enero del corriente año.

La mayoría de los alquileres temporales se geolocalizan en la zona entre boulevares, pero también hay casas quintas y cabañas ubicadas en la zona de Colastiné, Arroyo Leyes o Rincón. 

El precio de una habitación estándar por noche para dos personas ronda entre $32 USD para un monoambiente, $ 40 USD y $50 USD para departamentos de un dormitorio y entre $50 USD y $60 USD para departamentos de dos habitaciones. 

También hay departamentos de categoría, que superan los $120 USD por noche.

Las cabañas y casas quintas ubicadas en la zona de Colastiné, Rincón, Sauce Viejo y Arroyo Leyes, rondan entre $80 USD y $90 USD.

A estos precios se le suman tarifas por el servicio y por la limpieza, más impuestos.

¿Existe algún tipo de regulaciones en otros países?

En noviembre de 2022 la Unión Europea (UE) lanzó una propuesta para regular la plataforma. En un comunicado indicaron que “las nuevas reglas propuestas ayudarán a mejorar la transparencia sobre la identificación y la actividad de los anfitriones que ofertan alojamiento a corto plazo, y sobre las reglas que deben cumplir, y facilitarán el registro de los anfitriones”.

El documento también hace hincapié en los datos que comparten y en la seguridad: "también abordarán la fragmentación actual en la forma en que las plataformas de internet comparten datos y, en última instancia, ayudarán a prevenir listados ilegales. Esto contribuirá a un ecosistema de turismo más sostenible y respaldará su transición digital", agrega el comunicado.

Por otro lado, en países como República Dominicana y México, ya avanzaron por el mismo camino. En nuestro país varias ciudades ya tienen sus leyes que apuntan a la creación de registros de anfitriones como primer paso. 

En la ciudad de Santa Fe existe una ordenanza municipal  aprobada en octubre de 2020, presentada por la concejala Laura Mondino (FPCyS) que regula los alquileres turísticos temporarios que operan en la ciudad a través de plataformas de Internet como Airbnb, Despegar y Booking, entre otras. 

El proyecto crea un registro municipal de quienes brindan este servicio, para “darles seguridad a quienes se alojan en Santa Fe”. 

La ordenanza regula el servicio de alojamiento por un período mínimo de una noche y de hasta tres meses, prohibe el alojamiento de niñas, niños o adolescentes menores de edad que no estén acompañados por sus padres, tutores o responsables legales y prevé que “se promoverá la no discriminación en razón del género, y se evitará la publicidad de avisos discriminatorios que impliquen una barrera u obstáculo a las mujeres y disidencias en el acceso al alquiler turístico temporario”.