Carlos Marcelo Salas fue juzgado y condenado en los Tribunales de nuestra ciudad por atacar violentamente a tres mujeres.

Fue acusado del femicidio de Gisela Bustamante, ocurrido en 2016 en inmediaciones de la Estación Mitre, además del intento de femicidio de otra mujer (DS) en el mismo año y de obligar a prostituirse a su pareja para quedarse con el rédito económico. Este mes inició el juicio que finalizó este jueves con la condena de prísión perpetua.

Salas, de 51 años, comenzó el juicio entre risas y chistes con su abogado. Vistió camisa en todos los encuentros. Estuvo cinco años prófugo antes de que lo encontraran en 2021 y llegar al juicio en prisión preventiva. 

La conducción del debate fue integrada por las juezas Susana Luna (presidenta), Rosana Carrara y Sebastián Zseifert. La Fiscalia en representación del Ministerio Público de la Acusación, estuvo a cargo de la fiscal  Alejandra Del Río Ayala. Por la defensa actuó Martín Nicolás Mazzeo.

El juicio contó con la participación de alrededor de 15 testigos entre trabajadoras sexuales y víctimas del acusado. La defensa tomó una “postura pasiva”. Durante el juicio Mazzeo realizó una comparación de los hechos con el poema Corazón Delator, de Allan Poe. Según la defensa, los fiscales estaban “ensordecidos por el ruido" y necesitaban un culpable.

Por otro lado, las coincidencias en los casos fueron resaltadas por la fiscal Ayala, con hincapié en la selección de las víctimas que hizo el acusado: tres mujeres jóvenes en situación de vulnerabilidad, pobreza y con problemas de adicciones. Dos de ellas ejercian la prostitución y a una de ellas la obligó a hacerlo para quedarse con el rédito económico. 

Los ataques de Salas fueron conceptualizados por Ayala como “femicidios sexuales” por el trato que el agresor le dio al cuerpo de sus víctimas. En el caso de Bustamente, antes y posmorten. Destacó su ensañamiento en rostros y cuello. También en que la zona para perpetrar sus crímenes fue el suroeste de la ciudad, a metros de distancia entre unos hechos y otros.

Operaba en la misma zona, en lugares de tierra, de dificil acceso y de noche. 

El cuerpo de Gisela Bustamante fue hallado en febrero de 2016 | Imágen ilustrativa
El cuerpo de Gisela Bustamante fue hallado en febrero de 2016 | Imágen ilustrativa

El femicidio de Gisela

Gisela Bustamente, oriunda de Rafaela, fue asesinada entre las últimas horas del viernes 5 de febrero de 2016 y la madrugada del día siguiente. Era prostituta en inmediaciones de la avenida General López y San José. Esa noche acordó un pase sexual con Salas, un cliente regular. 

Testigos víncularon a Salas con Gisela: se lo ve ingresar al predio de la Estación Mitre y luego retirarse solo. El periodo de tiempo en que permaneció en la estación coincide con el tiempo de muerte de la víctima. En la escena del crimen se detectaron restos genéticos en las prendas de vestir de Gisela.

La Fiscalia agregó durante el juicio que, “con la intención de matarla, el atacante le apretó el cuello y la golpeó en reiteradas oportunidades hasta que logró su objetivo”. Y destacó: “La mató porque podía, en sus acciones muestra porque es un femicidio y que se trata de una relación de poder”.

Segundo ataque: DS

Cinco meses después, en julio del mismo año, Salas vuelve a la zona y concreta un pase con otra trabajadora sexual, de iniciales DS, en esta ocasión menor de edad. Se tomaron un colectivo y por medio de mentiras la lleva a un galpón ubicado en la esquina de avenida Freyre y 3 de Febrero. 

De la misma modalidad delictiva, Salas consensuó un pase sexual con la víctima, la golpeó en el rostro y comenzó a asfixiarla. La víctima gritó y llamó al 911. "La conducta violenta cesó cuando llegaron agentes policiales que habían sido convocados por vecinos que escucharon gritar a la joven”, destacó la fiscal.

“El acusado consigue su gratificación ejerciendo su poder contra las víctimas”, se explicó durante los alegatos de clausura.

Explotación sexual

La tercera víctima es Sara. Fue una de sus parejas entre 2013 y 2014. Salas la introdujo y obligabó a prostituirse por medio de amenzas y de violencia física. Le decía qué vestir, la vigilaba mientras estaba en la calle, le decia dónde trabajar (avenida Freyre y Amenábar), cúanto cobrar y se quedaba con el dinero que la mujer conseguía por los pases.

Del Río Ayala explicó que “la víctima acataba las órdenes del acusado dado que tenía miedo de sufrir represalias”. Sostuvo que “en el marco de la convivencia, él la agredía física y sexualmente y la amenazaba de muerte”, y añadió que “a su vez, maltrataba a otros integrantes de la familia”.

Carlos Marcelo Salas durante el juicio (2023)
Carlos Marcelo Salas durante el juicio (2023)