Por César Malato - dirigente asociativista y militante peronista.

No habló el Presidente de por qué no reciben comidas los comedores. Ni de por qué los remedios aumentaron más del 146% en tres meses. No habló de por qué devaluó los salarios y las asignaciones familiares —la plata de nuestros hij@s— más del 230%. Tampoco explicó por qué nos sacó los fondos para el subsidio del transporte público, que ya aumentó más del 600%. Ni hasta cuándo vá a seguir aumentando la nafta, la gasolina, la luz, el gas, los teléfonos, Internet, los peajes. No dijo nada de la recomposición de los magros salarios docentes. Ni de por qué quitó el Fondo de Incentivo Docente, que ayuda a mejorar sus salarios y las obras necesarias para que nuestras escuelas no se caigan a pedazos. ¿Y nuestros hospitales? Y nuestr@s jubilad@s?

En setiembre de 1973 Perón —parafraseando a Mao Tse Tung— nos explicaba que en política debemos aprender a diferenciar entre quienes se ponen del lado del pueblo y quienes en su contra: "Al amigo todo, al enemigo ni justicia", fue la sentencia.

El Presidente —no solo que ya eligió de que lado quiere estar— sino que en cada intervención pública lo reafirma con un extraño y patético gozo. Podría sintetizarse —en contraposición a las creencias y enseñanzas peronistas— en "Al capital y al extranjero todo, al pueblo solo hambre y ni justicia".

Tampoco nos dimos cuenta —algun@s nos estamos avivando más vale tarde que nunca— que cuando decía con patética fascinación "yo estoy entre sus sábanas", indudablemente "la señorita" a la que se refería era "su patrón y Dios" el Capital.

Hemos de asistir estos días a un continuado del show, que nos es tan ajeno como pernicioso, de contabilizar públicamente por sus manifestaciones y actitudes, cuantos patriotas quedan —y quedamos— entre nosotros. Cuántos dirigentes se ponen al frente, "a la cabeza" de los reclamos y necesidades del pueblo, y cuántos se hacen los otarios, aplaudiendo una nueva mega transferencia de dineros y patrimonio nacional, desde los bolsillos de las clases populares —¡nosotros! ¡los de a pie!— hacia los bolsillos de los ricos y poderosos. ¡Hacia "la casta" que el dijo venir a combatir!

También, y rescatando —nos— desde los fondos y las heces de nuestra historia, un 26 de julio de 1952, ante un cabildo abierto colmado de argentinos, Evita sentenció: “ La Patria dejará de ser Colonia, o la bandera flameará sobre sus ruinas”.

Estamos a tiempo. Ni un paso atrás. Nunca menos.