A solamente dos semanas para las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias para elegir cargos nacionales, la incertidumbre sobre el resultado que revelarán las urnas el domingo 13 de agosto es total.

Las encuestas, de por sí falibles, mostraron en las diferentes elecciones provinciales celebradas en lo que va del año que ya ni siquiera sirven como elemento indiciario del humor popular, al menos respecto de la política. Y además, modifica cualquier cálculo previo la caída brusca en la concurrencia a las votaciones –en Santa Fe, en números definitivos, no se llegó ni al 63%-, que pinta para ser tendencia nacional. Las razones se saben: enojo y apatía al por mayor.

Hace una semana, el periodista Pablo Ibañez escribió en El Diario Ar: “A la mesa de arena de la vice llegó un diagnóstico tremendo, que sugiere que la próxima elección puede ser la peor del peronismo en los últimos 40 años”. Más allá de tratarse de buena información, un ejercicio analítico saludable es tratar de determinar si semejante hipótesis es factible.

En ese sentido, lo primero que debe identificarse es el estado de la famosa y sensible víscera humana, especialmente argentina: el bolsillo. Puede el oficialismo argumentar que bajó considerablemente la desocupación, que la industria nacional se revitalizó, que hasta la sequía la recuperación económica post pandemia fue notable, que construyó en tiempo récord un gasoducto que cambiará la balanza energética argentina. Todo cierto. Pero la inflación hoy es el doble de la que había en 2019, cuando arrancó el gobierno. Si a Mauricio Macri se lo cesanteó en primera vuelta, en buena medida, por haber duplicado el costo de vida, ¿por qué no ocurriría lo mismo ahora?

La segunda gran preocupación social, qué duda cabe, es la inseguridad. No es para menos: el miedo a padecer una agresión a la integridad física y al patrimonio es parte de la vida cotidiana de millones de personas, especialmente aquellas que viven en grandes centros urbanos. En la provincia de Santa Fe, ese padecimiento se multiplica exponencialmente. Al estentóreo fracaso del gobierno local en la materia, cuyos costos electorales ya fueron verificados arrasadoramente el 16 de julio, se le suman dosis asombrosas de insensibilidad e impericia de la administración nacional. ¿por qué no habría voto castigo también por este motivo?

De manera más focalizada, podría escudriñarse también la conducta del voto juvenil. Desde los 16 a los 25 años, por establecer un segmento definido. Es una franja a tener en cuenta porque las simpatías hacia el peronismo kirchnerista usualmente crecían a medida que descendía la edad y la condición socioeconómica. Esos chicos y chicas pasaron a la clandestinidad en casi 2 de los 4 años de gobierno del Frente de Todos por las razonables medidas de cuidado por la pandemia, pero cuya credibilidad volaron por el aire al difundirse fotos y videos del insólito cumple de Fabiola Yañez, la esposa del presidente. ¿por qué respaldarían al oficialismo en vez de votar al ruidoso Javier Milei, en blanco o directamente ni pasar por la escuela ese domingo?

Con sólo estos tres elementos, es posible concluir que no sería nada extraño que el peronismo haga una pésima elección. De hecho, lo raro aparecería si ocurriera lo contrario. ¿Hay razones para que pase esto último? Sí, algunas, sostenidas más por la historia que el presente: la formidable maquinaria electoral del PJ bonaerense, la solidez del voto justicialista en el norte grande, la perdurabilidad –pese a todo- de Cristina Fernández de Kirchner, la chance de un escenario se tercios, la presencia de Juan Schiaretti en el –virulentamente anti K- electorado cordobés.

Y hay otra: el principal conglomerado opositor vocifera a cielo abierto que pretende, de manera más o menos modosita, ejecutar una maxidevaluación, incrementar el endeudamiento, eliminar derechos laborales, privatizar empresas públicas, encarcelar opositores, balear y gasear manifestantes, favorecer aún más al capital concentrado, alinearse de modo acrítico con EE.UU., exterminar al kirchnerismo. ¿Ese sobregiro le ocasionará a Juntos por el Cambio algún daño o, por el contrario, inflará su caudal electoral?

The horror… the horror..