En la semana que pasó se produjo un episodio largamente anunciado y en buena medida previsible: la media sanción en la Cámara de Diputados de la Nación de la denominada Ley Bases. Mutilada, en relación al megaproyecto original que naufragó en verano, pero no por ello inodora, incolora e insípida. Más aún: contiene la iniciativa de la Revolución Liberal de Javier Milei un estricto corset a larguísimo plazo para la economía nacional e, incluso, para la misma democracia argenta.

Era de esperar esta victoria libertaria no sólo porque el gobierno nacional optó, en esta ocasión, por zambullirse en la espesa sopa de la negociación política. Sino también porque una amplia zona legislativa presuntamente opositora estaba desesperada por votarle algo en sentido favorable a un oficialismo cuyo líder supremo la escupe sin piedad cada vez que puede.

En esa franja se encuentra el ídolo de los adoradores de la realpolitk, Miguel Pichetto. Es curioso que el supuesto pragmatismo del que hace gala el rionegrino, que tanto enamora a los maquiavelos vernáculos, siempre termine ubicándose en la vereda contraria al peronismo mayoritario realmente existente. Parecería ser que esa es la doctrina posta posta del justicialismo, según por ejemplo el cazador de socialdemócratas imaginarios Guillermo Moreno, en esa suerte de caricatura de Guardia de Hierro que encarna a diario en sus stand ups televisados.

También en ese segmento se inscribe el radicalismo, con el cordobés Rodrigo de Loredo como genio y figura, tan capaz de enhebrar un estridente discurso opositor como de votar con todas sus extremidades las iniciativas más agresivas de Javier Milei. O incluso proponer alguna bastante más rugosa, como su proyecto de reforma laboral.

Los diputados y diputadas santafesinas votaron en consonancia con su bloque. Salvo Roberto Mirabella, quien alegó enfermedad, los peronistas se pronunciaron en contra. Los legisladores de LLA, PRO y la UCR, a favor. Con un plus en este último caso: Melina Giorgi, alineada con el gobernador Maximiliano Pullaro, integró ese scrum.

Este aspecto adquiere una singular relevancia de cara a la batalla del Senado. Está claro que, sea por un acuerdo con el gobierno nacional o en modo gestual, el mandatario santafesino avaló esa posición. Sin embargo, en el proyecto hay puntos irritantes para la producción industrial de la provincia que podrían matizar esa postura, si es que en la Cámara Alta el formato de tratamiento es por artículo y no por capítulo.

El planteo público y concreto lo hizo FISFE. Luego de expresar su acuerdo con la consagración del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), advirtió que eximir a las empresas que se acojan a la promoción de todo tributo a las importaciones “coloca a los proveedores y fabricantes nacionales que compiten” con los productos extranjeros “en situación de desventaja, ya que los productores nacionales sí pagan impuesto país y los tributos asociados” a estas operaciones.

“Nuestra propuesta es que el beneficio se circunscriba a la fase de inversión para aquellos bienes y equipos no producidos en el país, y que estas exenciones no sean aplicables a la etapa de operación. El objetivo de esta limitación es evitar que los bienes importados gocen de mejores condiciones impositivas, lo que resultaría sumamente perjudicial para la producción nacional, con los consiguientes efectos negativos sobre el empleo, la actividad y la recaudación”, agregó la federación industrial santafesina.

Hay alrededor de 200 empresas de la provincia que son proveedoras de Vaca Muerta. Están, según esta mirada racionalísima, en serio riesgo. Si a esto se le agrega que el esquema queda petrificado por 30 (treinta) años, de acuerdo a la letra del proyecto, el daño sería incurable. ¿Hará oír su voz el gobernador ante este reclamo? ¿Les pedirá a los senadores radicales, Carolina Losada y Eduardo Galaretto, que metan cuchara en el articulado? ¿Lo escucharán los legisladores si así fuere? Preguntas que tendrán respuesta en breve.

Existe otro punto extremadamente alarmante, y no sólo para la industria santafesina. La libre disponibilidad de divisas que establece el RIGI por tres décadas podría significar la pérdida definitiva de la enorme oportunidad de resolver la crónica restricción externa argentina, fuente de innumerables crisis económicas en esta tierra olvidada por Dios. Como ponerle cerrojo y luego tirar la llave al río.

Si por cálculo político, necesidad de recursos, coincidencia ideológica o incluso asco al kirchnerismo, la decisión es acompañar a Milei, no se le pide demasiado a la oposición amigable: tan sólo que la condena no sea irreversible.