Pasar del trabajo artesanal de realizar una pieza única a uno en serie, es uno de los desafíos que Dai Lerman enfrenta con entusiasmo todos los días, hace 15 años. La artista y diseñadora en vidrio y cerámica de Santa Fe tiene su Casa Taller en calle Crespo 2786. Allí, donde vende sus productos, también los fabrica. 

“Tomo pedidos en los casos en que hay que hacer una ventana por ejemplo, pero también si alguien quiere hacer un regalo, no tiene que encargarlo previamente sino que en este local hay una producción lista”, comentó a Santa Fe Plus y aclaró que con el tiempo aprendió a combinar el trabajo artesanal de las piezas hechas por una misma, de forma original y única, con la producción en serie. “Me di cuenta de que si quería vivir de esto, tenía que tener un stock”, relató. 

Para Dai, el artesano hace siempre piezas únicas, incluso al realizar trabajos en serie, todos son hechos por una misma persona y de manera individual. “Puedo repetir un diseño pero no deja de ser una pieza hecha individualmente y por mí”, describió. “Si hago 10 fuentes iguales, pinto una por una”, ejemplificó. 

Dai indicó que trata de trabajar de la manera “más industrial” posible, pero siempre está la artista detrás del proceso. “Siempre busqué la forma de adaptar lo que hago a la vida, de producir para vender y volver lo que hacía en un trabajo”, detalló. 

Dai Lerman en su Casa Taller.
Dai Lerman en su Casa Taller.

En ese proceso, la joven se encontró con varias cuestiones a resolver, como por ejemplo el valor de sus obras. “Lo artesanal no tiene que ser si o si caro, a mi me sirvió siempre comparar con el precio de los mismos elementos en un bazar y tratar de equipararlo con lo mío”, explicó y aclaró que “por supuesto que lo artesanal tiene un plus pero uno tiene que tratar de competir porque sino no vende”. 

El camino de Dai Lerman

La santafesina comenzó a trabajar el vidrio desde sus 20 años. “No había muchos lugares en dónde aprender entonces me iba hasta San Carlos Centro donde me enseñaban a pintar”, narró. En ese momento, no había en Santa Fe alguien que enseñara el proceso completo con el corte del vidrio o todas las facetas en las que puede derivar lo que la artesana llama el arte del fuego. “Seguí indagando, tomé capacitaciones en Buenos Aires, Córdoba, hice videollamadas con España”, recordó. 

Dai se fue nutriendo de diferentes experiencias que la hicieron la artista que es hoy, con un camino bastante autodidacta. Además, comenzó a estudiar arquitectura, pero siguió con el profesorado de Artes del que se graduó. “Me enseñaron técnicas de dibujo, morfologías del color y eso fue una buena base”, destacó. 

Para poder pagarse sus estudios, Dai enseñaba lo que iba a aprendiendo de vitrofusión. Durante unos cinco años tuvo talleres que congregaban a entre 40 y 50 personas de todas las edades. “Después quedé embarazada y no pude continuar con las clases además de la producción y la venta”, advirtió. 

En ese momento, la artesana dejó de dar clases pero se recibió y comenzó a producir y vender más. “Me encontré con que la gente confiaba más en mí, que yo misma, y me compraba mucho”, señaló. 

Dai Lerman con un cuadro que pintó a pedido para una Iglesia.
Dai Lerman con un cuadro que pintó a pedido para una Iglesia.

Desde que abandonó la enseñanza, Dai nunca la retomó. Sin embargo, es algo que le gusta, disfruta y quiere retomar. “Cuando comencé no había mucha gente que enseñara, porque el arte del vidrio es una actividad de muy celosa”, indicó. Por tal motivo, tampoco hay mucha gente que se encargue de otros pasos de la cadena de producción como el corte del vidrio o la fabricación de los moldes. “Al principio hacía cosas chicas como aritos o anillos, después empecé a hacer fuentes y la moldería era difícil de adquirir”, lamentó. En primer instancia compraba los moldes y después los empezó a fabricar ella misma. 

Con los cortes del vidrio pasó algo similar. Al principio los hacía ella hasta que, sobre todo por el embarazo, debió delegarlo y consiguió una persona que se encarga de eso. De esta manera, logró dedicarse solamente a pintar y desde hace dos años esa es su tarea principal en la producción. “También tengo a Vero que trabaja conmigo y me ayuda con el local, la limpieza y las ventas”, agregó. 

Crecer y enseñar

Con un recorrido de 15 años, Dai dice que lo que le queda es siempre seguir creciendo. “Siempre sube que iba a llegar a lograr lo que quería con mi emprendimiento, pero a la vez no soñé algo así”, confesó la santafesina. “Es bueno mirar atrás, porque uno a veces no lo hace”, afirmó. 

Dai Lerman con otra de sus piezas en el taller ubicado en Crespo 2786.
Dai Lerman con otra de sus piezas en el taller ubicado en Crespo 2786.

Ahora sueña con un taller de producción más grande, con más gente a la que le pueda dar trabajo y con un centro de distribución mayor para poder llegar a más puntos del país con sus creaciones. Pero además, desea volver a enseñar. “No está bueno que lo que sabés quede en la nada, esto tiene que ser cultural y debe continuarse”, opinó. 

Dai asegura que su regreso a la enseñanza será distinto. “Ahora veo la enseñanza desde otro lado, con otras experiencias, antes tenía entre 20 y 22 años y hasta me costaba entender qué buscaban mis alumnos”, precisó. 

Tanto el crecimiento del taller como la enseñanza, son partes esenciales del trabajo de emprender de Dai y tras un largo camino en el rubro, sostiene que los santafesinos aprendieron a querer y valorar a los emprendedores. “Los ayudan, los ven desde otro lado”, destacó y añadió que en eso tuvo mucho que ver la Diseña Santa Fe. “Yo empecé ahí cuando eramos apenas once puestos”, recordó. “Las cosas así hacen que la gente nos vea y nos consuma”, explicó y contó que muchas veces “los clientes confían más en los emprendedores que ellos mismos”.