Por Facundo Borrego 

¿Cuestión de fe o cuestión de estrategia? Esa es la pregunta que encaja en el núcleo peronista en este momento más que si Cristina Fernández será candidata a presidenta. Es cierto, el clamor de su público, casi 60 mil personas en el Estadio Único de La Plata, suman al envión y, de hecho, dio señales en modo campaña. Pero no se lanzó. Así como el que se enoja pierde, el que se apura también. Eso déjenselo a Donald Trump, podrá decir la vicepresidenta, que se lanzó desenfrenado y con una dudosa red republicana; acá el tema es estrategia, más que nunca.

Probablemente haya algo de juego en dejar correr el "Cristina presidenta", incluso con Máximo Kirchner colgado del paravalanchas, de incomodar a propios y extraños, ponerlos nerviosos, todo bajo la necesaria cuota de ego que requiere una figura política tal. Pero ésta centralidad tiene su explicación: pidió más clamor a los militantes y que sigan con esa efervescencia. Después se verá. Ya en Pilar había dicho estar dispuesta a "hacer lo que tenga que hacer".

“Todo en su medida y armoniosamente”, parafraseó al general Perón. "Se hace camino al andar" también podría haber parafraseado porque le pidió a la militancia eso: que siga construyendo ese camino. Mantener este pulso de masas unos meses, al menos hasta que se defina realmente qué hará. Otra parafraseada permitida: "Que la gente elija creer", de Marcelo Gallardo. "Luche y vuelve", había adelantado el Cuervo Larroque horas antes del acto en su cuenta de Twitter. 

En el medio hay un operativo para reforzar la identidad y eso implica un contraste no sólo con Juntos por el Cambio, a quien atendió parejo, sino con el propio Alberto Fernández por más que, esta vez, no hubo referencia directa como pasó en varias oportunidades. La nafta al fuego se la puso La Cámpora: "Era tan diferente cuando estabas tú”, se leyó en una enorme bandera en una de las tribunas. Pero la dejan servida: ¿Cristina no es parte del actual Gobierno? 

Ahora bien, la épica y la antorcha encendida parecen postularse como condición sine qua non para la meta de Cristina. Eso es estrategia. Pero, ¿dónde está la necesidad de la estrategia? En que no sea un camino al suicidio político. Antes de cualquier salto al vacío requiere de acuerdos: el clamor mete en el bolsillo a los desconfiados, la negociación a los desconfiados, llámese dirigencia política y poder económico. Pide que el pueblo - y las circunstancias- la pongan en su lugar. ¿Cuál? Solo ella sabrá y decidirá.