Lo profundo de la Vuelta del Paraguayo sigue bajo agua, situación que afecta a unas seis familias. Al crítico panorama, se le suma la falta de luz y de asistencia médica. Temor a serpientes yararás, dengue o a la fiebre y dolor de una leptopirosis son algunas de las dificultades a las que se enfrentan las y los vecinos. 

Algunos tomaron la decisión de evacuarse a unas casillas prefabricadas sobre la vera de la ruta 168. Después se encuentran los “aislados”, familias que decidieron permanecer en sus casas para cuidar sus pertenencias y hogares. La imagen de una Venecia santafesina no sorprende a sus habitantes quienes ya perdieron la cuenta de las veces que el agua les llega a la puerta. Canoas y casas en altura son parte de la foto.

“¿Qué hago si tengo una emergencia con mi nene?” se pregunta Agustina Schutt, residente de la Vuelta del Paraguayo y agrega: "¿tengo que pararme en medio de la calle y parar un auto para que me socorra?". Andres Rodriguez, por otro lado, vive hace 40 años en la zona y ambos vecinos dialogaron con Santa Fe Plus sobre la situación que atraviezan hace casi un mes. 

Expresan su frustración y destacan la falta de atención y apoyo. “Nadie se acuerda de nosotros ni viene a preguntar si necesitamos algo. Estoy completamente rodeada de agua”, sumó otra vecina.

Bombas en Vuelta del Paraguayo | Créditos: Natasha Niz
Bombas en Vuelta del Paraguayo | Créditos: Natasha Niz

Bajo agua

Rodriguez conoce el territorio, las partes que se inundan más y donde pondría las bombas para que escurra el agua más rápido. Muestra el camino hacia el fondo del barrio: un recorrido de bolsas blancas de arena. En el trayecto hay patos, perros nadando en el agua, algunas casas con cabras, perros y gatos. 

Tras un kilometro, en el extremo Agustina nos recibe en canoa en un canal de agua que se formó en las calles de la Vuelta del Paraguayo. 

Agustina Schutt | Créditos: Natasha Niz
Agustina Schutt | Créditos: Natasha Niz

—¿Cuál es la principal problemática que tienen? 

—De salud. La semana pasada, por ejemplo tuve un problema, empecé con dolores musculares y estaba con un cuadro febril. Intenté pedir algún móvil o algo para que nos puedan trasladar al hospital, o que vinieran a vernos, aunque sea a la entrada (del barrio). Pero en ningún momento se hizo el Estado presente. Lo único que conseguimos fue que una doctora nos diagnostique por teléfono. Nos recetaron ibuprofeno y paracetamol.

Al día siguiente conseguirmos que nos acerquen hasta el dispensario de Alto Verde. No había médicos, así que nos mandaron un inyectable a cada uno y nos hicieron una placa. Nada más.

Créditos: Natasha Niz
Créditos: Natasha Niz

—¿Dónde se encuentra el Centro de Salud más cercano?

—Lo más cerca son el dispensario de Alto Verde y si no también el del barrio El Pozo. Pero da lo mismo, porque no tenemos movilidad como para ir hasta allá. Mi hermana se aguantó toda una noche con dolores para no tener que cruzar en canoa, después bajarse y tener que cruzar el camino que está lleno de agua. Se dificulta un montón. Yo tengo un nene de ocho años. Si le pica una víbora, ¿cómo hago?

—¿Qué otras preocupaciones tienen con el agua?

Nos preocupa el contacto con el agua que está contaminada. Uno tiene miedo de que pueda llegar a contagiarse del dengue o la lectopirosis. Unos investigadores de la UNL hicieron un estudio de lectopirosis en el agua del fondo de mi casa y dio positivo. Y nos quedamos con esa duda al presentar esos síntomas que nunca tuvimos estando sin agua. Hay muchos vecinos que están con síntomas similares.

Familias de la Vuelta del Paraguayo: inundadas y sin luz

Finalmente Schutt dijo: “Uno no pretende que lo atiendan como a un rey, pero sí que nos den las cosas básicas como la salud. Uno debe estar rogando para que entre una ambulancia o venga un médico. El señor (intendente Juan Pablo) Poletti, dice que está asistiendo. Pero del otro lado, acá no. Nosotros tenemos más peligro porque acá nos puedo picar un bicho. Se puede caer un nene al agua que está lleno de víboras. Mi cuñado ya mató una enfrente de mi casa”.

Familias de la Vuelta del Paraguayo: inundadas y sin luz