El martes comenzó en la ciudad de Santa Fe el juicio contra un transportista de la ciudad de San José del Rincón, cuyas iniciales son J.U.P., al que se lo acusa de haber abusado sexualmente de su sobrina durante once años. El próximo miércoles 21 se realizarán los alegatos de clausura del juicio y en los días siguientes se conocerá la sentencia. 

El debate está encabezado por el tribunal integrado por los jueces Sergio Carraro -presidente-, José Luis García Troiano y Martín Torres. Los fiscales Roberto Olcese y Alejandra Del Río Ayala y la querella formada por Agustina Taboada y Carolina Walker Torres, solicitaron 20 años de prisión para el acusado. Sostuvieron que durante el juicio se mostrarán las pruebas necesarias para encontrarlo culpable del delito de abuso sexual con acceso carnal calificado por la guarda en concurso ideal con la promoción a la corrupción de menores agravado por la guarda. 

Durante los alegatos de apertura, la defensa del acusado, integrada por sus abogados particulares Diego Lorefice y Cintia Roxana Duarte, informó que pedirá la absolución del transportista y aseguró que “no existieron” los delitos por los cuáles se lo acusa.

Abusos sistemáticos y permanentes 

Los delitos por los que se lo acusa al transportista fueron cometidos desde 1998 hasta 2009, cuando la víctima tenía entre 6 y 17 años. Ocurrían en la casa del acusado o en los vehículos que utilizaba para transportar a los niños y adolescentes.

El fiscal Olcese indicó que el transportista cometió los abusos durante un plazo largo de tiempo de “manera permanente y sistemática en la niñez y adolescencia” de la chica. Durante los primeros dos años, los delitos consisitieron en abuso simple, hasta que la niña cumplió ocho años y su tío comenzó a abusarla sexualmente con acceso carnal. 

Taboada, de la querella, sostuvo que el transportista “se aprovechó de la inmadurez de la niña” e indicó que utilizó su fuerza de hombre mayor para ejercer poder y cometer los delitos. Todo ello “causó secuelas psíquicas irreparables” en la denunciante.  

El debate se prolongó desde el martes hasta el jueves. Durante el primer día declararon la sobreviviente, su padre, su madre, su hermana, su pareja y padre de su hijo de ocho años y una amiga de la familia. En el segundo día de juicio, continuaron dando testimonio las personas y profesionales que presentó la fiscalía. En el último día, el jueves, prestaron declaración los testigos de la defensa. Este miércoles serán los alegatos de clausura y se definirá la fecha para la sentencia. 

La denuncia

Actualmente, la joven que denunció a su tío el 25 de septiembre de 2020 tiene unos 30 años. Si bien los abusos finalizaron en 2009, la denuncia fue realizada casi once años después porque su abuela ya había fallecido. La joven contó que la mujer estaba muy enferma y le había pedido que no dijera nada hasta que ella ya no estuviera. 

La víctima del transportista había contado por primera vez lo ocurrido en 2009, en el medio de una discusión con su madre. La mujer no la dejaba salir de noche a ella y a su hermana y en ese momento la adolescente reveló los abusos por parte de su tío. “Yo le estaba diciendo que no se imaginaba lo que le podían hacer y ella me contestó que ya sabía, porque todo lo malo que le podía pasar ya se lo habia hecho su tío, el marido de mi hermana”, declaró. 

Desde ese momento, los padres y la hermana de la denunciante supieron que el tío había abusado de ella. Sin embargo, la chica solo contó sobre los abusos simples. La familia se enteró completamente de lo ocurrido varios años después. 

Con el transportista y su mujer, cortaron la relación. La última vez que se vieron fue en 2010, en el bautismo de la hermana menor de la denunciante. Luego, se cruzaron cuando su abuela estaba en grave estado de salud, previo a la muerte.

Pañuelos amarillos

El caso de la joven que denunció a su tío transportista, dio lugar a una cadena de denuncias por abuso sexual en la localidad de Rincón. Tras conocerse el testimonio de la sobreviviente, más víctimas de otros varones decidieron hablar, entre ellos once jóvenes que fueron abusadas por sus profesores de triatlón. 

Ante la necesidad de contar con el apoyo de otras personas y el asesoramiento profesional, la joven que denunció a su tío, su hermana y otro grupo de personas, fundaron una organización llamada Pañuelos Amarillos. Para el nombre se inspiraron en una fundación de Tucumán que también acompaña a las víctimas de violencia de género.